28/4/15

Como se enrosca una serpiente


“Una tarde, el Anticuario sale de su torre a dar una vuelta por la ciudad, siguiendo una larga calle curva que se va cerrando sobre sí misma, como se enrosca una serpiente, y él va, la nariz sumergida en uno de sus tomos, perdido en un libro de ficción o uno de historia, da lo mismo…”





Poderosísima y exigente novela del escritor peruano Gustavo Faverón Patriau (Lima, 1966). Despertó nuestra admiración y nos exasperó a partes iguales. "El Anticuario" es una novela muy elaborada que logra combinar con inusual destreza la intriga detectivesca, la fabula borgiana y el terror gótico. El coctel de géneros es atrevido y original pero al mismo tiempo presenta un desarrollo muy complejo que exige mucha atención y también, por qué no decirlo, mucha paciencia por parte del lector.

En cualquier caso, entendemos que de haber sido más amable y legible, esto es, de haber arriesgado menos, la novela de Faverón no hubiera conseguido el efecto tan sugerente e inquietante que en nuestra opinión logra producir. De hecho, entendemos que muchos de los virtuosos excesos de los que hace gala la novela han sido precisamente concebidos para confundir y desorientar al lector de manera que el mismo acto de lectura, posiblemente ese es su gran logro, funcione como música sibilina que casi inconscientemente conecta al lector con el trasfondo lingüístico-patológico sobre el que gravita la novela.

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"El Anticuario" cuenta la historia de un psicólogo y psicolingüista viudo de nombre Gustavo (como el autor de la novela) que un día recibe una misteriosa llamada telefónica de un amigo de los tiempos de la universidad. Daniel, así se llama el amigo, lleva tiempo recluido en una clínica psiquiátrica a causa de un crimen cometido en el pasado. Tres años atrás, y sin motivo aparente, Daniel acabó con la vida de su esposa Juliana asestándole treinta y seis cuchilladas. Gracias al dinero de la familia el hombre pudo evitar la celda de una cárcel pero a cambio fue a parar a la celda de una clínica psiquiátrica poblada por extraños pacientes.

Ahora parece estar atravesando un mal momento y ha decidido recurrir al amigo psicólogo. Gustavo se siente en deuda con Daniel puesto que después del asesinato nunca encontró el momento para interesarse por su situación, si bien, por alguna extraña razón, siempre se sintió impelido a hacerlo, y accede a visitarlo a la hora del almuerzo.

El encuentro con Daniel tendrá para Gustavo un efecto extraño, entre terapéutico e inquietante. Tras escuchar su relato plagado de acertijos y silencios el psicolingüista decidirá lanzarse a investigar el trágico pasado del amigo asesino con el objetivo de entender qué fue lo que ocurrió realmente…

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Lo más destacado:

Una historia sobre literatura, celos y locura

El Anticuario es una novela sobre el amor, los celos, la soledad, la locura y también sobre literatura y lenguaje entendidos ambos como cárceles, como rituales patológicos (“las enfermedades mentales te hacen hablar pero convierten el lenguaje en un ritual”) pero también como formas de resistencia y libertad.

Atmósfera terminal

El Anticuario es una novela impregnada de principio a fin por una atmósfera salvaje y macabra que deja entrever un escenario terminal o postapocalíptico como de posguerra o de país devastado por una enorme tragedia que parece no dejar escapatoria ni esperanza a los personajes que lo habitan.

Ambigüedad detectivesca

Pensamos que El Anticuario no es exactamente una novela negra. Incluso diríamos que está al límite de no ser una novela detectivesca puesto que, si bien es cierto que hay un personaje (Gustavo) que lleva a cabo una suerte de investigación (que se articula a partir del recuerdo-evocación de su relación con Daniel, de las entrevistas que Gustavo mantiene con los antiguos compañeros del asesino y de las visitas a la clínica psiquiátrica), hasta prácticamente la mitad de la novela no queda claro cuál es el objetivo de todo esto. Parece como si de manera premeditada el autor intentara eludir esta cuestión para generar en el lector una cierta confusión.

Impecable artefacto “lynchiano”

Y es que de hecho, la novela de Faverón destaca sobre todo por su capacidad para despistar y confundir al lector. Son varias las técnicas y estrategias que el escritor peruano emplea para conseguir este objetivo. Destaca en primer lugar el constante (o casi mejor decir paranoico) vaivén entre los distintos narradores interpuestos que se pasan el testigo a lo largo de la novela. Realmente hay que estar muy atento para no olvidar quien está narrando y a quien se dirige.

A su vez, Faverón pone en marcha una prosa trabajada, densa, tortuosa... La novela está plagada de frases larguísimas que a menudo se extienden por espacio de más de una página. La prosa del escritor peruano es de una viscosidad orgánica, es como un líquido denso que invade la página hasta ocultarla bajo una inmovilidad sonámbula que de nuevo exige toda la atención del lector.

Por otra parte, los capítulos suelen iniciarse con un breve diálogo aparentemente absurdo que recuerda al kōan de la tradición zen (problema aparentemente absurdo que no admite una solución lógica o lineal sino que exige del uso de la intuición)

Y también llama la atención la utilización de una serie de fragmentos en cursiva intercalados entre los capítulos de la novela que aparentemente permanecen desgajados de la historia principal, en una especie de dimensión narrativa paralela.

La conjugación de todas estas estrategias consigue imponer una atmósfera nebulosa difícil de gestionar por parte del lector que nos hizo pensar en la manera de contar historias de David Lynch (pensamos sobre todo en películas como "Lost Highway", "Mulholland Drive"…) El lector-espectador es siempre una víctima de la avalancha de imágenes (en el caso de Lynch) y de la escritura (en el caso de Faverón) puesto que se ve completamente superado a la hora de interpretar una historia que altera todos los parámetros y convenciones de una narración lineal. El lector de El Anticuario en todo momento se ve forzado o incluso violentado para abandonar su posición de comodidad y adoptar una actitud creativa.

Una historia atravesada por muchas historias

Como sucede en Las mil y una noches o en la obra de José Luis Borges, "El Anticuario" es una novela que funciona como conglomerado de historias y narraciones. Son muchos los relatos que atraviesan la trama principal: el del psiquiatra-paciente que diserta sobre las clínicas psiquiátricas, los hechos de la vida del doctor nazi Magnus Schwarzkopf que cuenta Yanaúma, la historia de los hoteles para muertos, la historia sobre la enfermedad de Ehlers y Danlos, las aventuras del poeta Feng Menlong…

En un primer momento, y más allá de la atmósfera siniestra, todas estas historias no parecen mantener una conexión clara, si bien a medida que la novela progresa o, mejor dicho, se enrosca "como una serpiente" su consanguineidad se hace más evidente y terminan por integrarse en una especie de juego fractal-simbólico en el que todos los relatos apuntan en la misma dirección.

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Resumiendo, "El Anticuario" es novela laberíntica, rica y sofisticada de prosa elaboradísima y factura impecable solo apta para lectores versátiles (no necesariamente amantes de la novela negra y policial) interesados en Borges, Bolaño, Lynch, Poe, Lovecraft… que además entiendan la literatura y sobre todo la lectura desde una perspectiva creativa y participativa.

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Entre 2005 y 2011 Gustavo Faverón administró el blog, Puente Aéreo (http://puenteareo1.blogspot.com.es/), un sitio para la discusión de temas de cultura y sociedad, preeminentemente vinculados con las letras, que ha sido considerado uno de los más influyentes de Hispanoamérica en los últimos años.

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FICHA TÉCNICA

- Título: El Anticuario
- Autor: Gustavo Faverón
- País: Perú
- Año publicación idioma original: 2015
- Editorial: Candaya
- Páginas: 248- Valoración personal (1-10): 8

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