6/9/12

Muerte de un tipo insignificante




“¿Qué fue del tiempo para vivir?”

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Una lluviosa noche de finales de marzo, un oficinista que regresa a su casa después del trabajo se para a mear en una calle apartada de un suburbio de Londres y encuentra el cadáver de un hombre. El cuerpo presenta signos evidentes de haber sido víctima de una paliza brutal: rostro destrozado, piernas y costillas rotas...


De no haber sido la víctima un indigente, es probable que el detective Bowman, del Departamento de Delitos Graves se hubiera hecho cargo del caso. Pero este tipo de crímenes no sirven para conseguir los ascensos y promociones que persigue el detective, de modo que deriva el asunto al Departamento de Muertes Inexplicables, también llamado A14, el departamento con peor reputación (y presupuesto) de todo Scotland Yard.


El A14 está ubicado en un edificio que todos conocen como La Fábrica. Los agentes de La Fábrica son especialistas en “muertes oscuras, insignificantes y en apariencia irrelevantes de personas que no importan y que nunca importaron.”  Un agente sin aspiraciones, lo contrario de Bowman, y del que nunca sabremos muchas cosas, ni siquiera el nombre, se hará cargo del caso.


Como único punto de partida, el agente sin nombre dispondrá de una maleta llena de cintas de casete y cartas, únicas pertenencias de la víctima  que la policía ha logrado localizar. Este material permitirá al agente, y de paso al lector, adentrarse en la tortuosa vida de Charlie Staniland, un tipo atormentado y autodestructivo,  un pobre desgraciado que lo perdió todo, mujer, hija, trabajo,  al dejarse llevar por el alcohol y los celos y  frecuentar a las personas equivocadas, personas como Barbara Spark o el misterioso Caballero Risueño …

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Lo más destacado de la novela:

El singular  tratamiento de “lo anónimo”, tanto desde el punto de vista de la “víctima anónima para la sociedad”, que funciona como crítica a la indiferencia social e institucional para con los más desfavorecidos, como desde el punto de vista del “agente anónimo para el lector”, que permite despojar a este personaje de elementos supérfluos y focalizar la atención en el contexto de la investigación y en la historia de la víctima. 


La combinación entre el relato autobiográfico de Charlie Staniland mediante cintas grabadas y cartas (recuerda a la estructura de menú principal y árbol de flujo de una aplicación interactiva o de una web) y la investigación en curso del agente desconocido.
El “estilo poético”, que como dice James Sallis, autor de la introducción,  oscila entre lo “maravillosamente brutal” y lo “extrañamente suave”

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Cinta de Staniland:

“La mayoría vive con los ojos cerrados pero cuando muera, quiero tenerlos bien abiertos. Por instinto todos queremos morir de la forma menos complicada posible. Personalmente tengo dos soluciones. La primera es beber. Bebo para olvidarme y cuando ya no soy capaz de pensar ni de sentir, me caigo o me doy un golpe. Esta sería una forma de morir con los ojos cerrados. La otra forma es racionalizar mi experiencia. Sin embargo, por muy racional que sea la forma de pensar de cada uno, es fácil confundirse. La existencia es ciega: no juega ni a tu favor ni en tu contra. Esta imparcialidad contradice todo lo que supone la existencia humana; no hay amor ni odio, ni caricias ni agresiones en tu forma de vivir el día a día. La existencia es como la Bolsa: puedes vivir haciendo el ridículo hasta el final y seguir hasta que caigas destrozado…”

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FICHA TÉCNICA

- Título: Murió con los ojos abiertos
- Autor: Derek Raymond (seudónimo de Robin Cook)
- País: UK
- Año publicación idioma original: 1984
- Año publicación versión leída para la reseña: 2010
- Editorial: Ambar
- Páginas: 284
- Época y lugar en el que transcurre la historia: Años 80 / Londres
- Valoración personal (1-10): 8



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